Desde cero vuelvo a comenzar,
Cuando pensé que llegue hasta cien,
Cuando pensé que esa herida ya sane,
El contador se vuelve a cero,
Y la cicatriz jamás se logró,
Solo en lo superficial,
Porque por dentro no dejaba de supurar.
El enojo no es hacía los demás,
Ellos siempre juzgan por juzgar,
La impotencia es hacía mí,
Por importarme la opinión
De personas que solo ven
lo que quieren ver...
Me enfurece el haberles dado el poder para influenciar la perspectiva de mí misma.
Que desde mí inconsciencia
Muestro a la gente una exagerada y distorsionada mirada de mí personalidad.
Donde solo destacó mis defectos
Dejando atrás las virtudes que brillan en la soledad.
¿Cuánto me costó poder aceptar un halago hacía mí bondad?
Todos los días le puse ahínco el comprender con detenimiento que no era una persona llena de maldad,
Cuando mis seres amados pensaban lo contrario en realidad.
Al final el enojo desaparecerá
Y volveré a empezar,
Me duele el no a ver avanzado,
Cuando puse todo de mí para seguir.
Pero sin pensarlo me sigo juzgando.
Está bien el no estar bien,
Está bien el darme cuenta que no había sanado,
Está bien que quiera cambiar,
Está bien luchar...
Porque estoy tratando de mejorar
Reconociendo en mí corazon
Que la única opinión que me debe importar es la mía y la de Dios.